Un 15% de las madres cursan con
procesos infecciosos durante el embarazo, siendo la más frecuente la infección
por citomegalovirus y la más importante, por su connotación, la infección por
VIH.
Las consecuencias de una infección
transmitida in útero pueden ser muchas, entre ellas la reabsorción del embrión,
aborto, muerte fetal, malformaciones, prematuridad, retardo del crecimiento,
sin olvidar que muchos de ellos son aparentemente normales.
Las manifestaciones de este grupo de
enfermedades son variables y pueden darse en el período neonatal o tardíamente
( incluso en edad adulta como en el caso de citomegalovirus, toxoplasma y
herpes).
La magnitud del daño causado al niño
depende fundamentalmente de las características del germen, el momento del
embarazo en que se produce la infección, la respuesta inmunológica de la madre,
la respuesta inmunológica del feto y la etapa de desarrollo fetal o
embrionario. Además, un recién nacido infectado puede ser fuente de infección
para otros niños.
Cuadros
clínicos
Es fundamental el antecedente de
infección materna si está presente, pero hay que recordar que gran parte de
ellas son asintomáticas, tanto en la madre como en el recién nacido. Además,
los cuadros clásicos descritos para estas enfermedades se han ido modificando y
algunos elementos considerados patognomónicos se han encontrado en otras
infecciones; entonces, resumimos los signos que nos hacen sospechar alguno de
estos cuadros: retardo del crecimiento intrauterino, hepatoesplenomegalia,
lesiones cutáneas u oculares, ictericia, manifestaciones purpúricas, etc.
Mencionaremos algunos cuadros y sus características en específico:
Los bebés
recién nacidos pueden desarrollar trastornos, lo cual hace necesario someterlos
a pruebas médicas y aplicarles los tratamientos necesarios.
El sistema
inmunitario de los recién nacidos no es lo suficientemente maduro para hacer
frente a virus y parásitos, por ello son más propensos que los niños o adultos
a padecer enfermedades de tipo infeccioso.
Si esto
ocurre, los bebés necesitarán pasar un tiempo en el hospital, o en La Unidad de
Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN) para que pueda recuperar su estado de
salud.
Muchas
infecciones tienen síntomas similares, por ello es necesario ponerse en contacto
con su pediatra cuando el bebé presente alguno de estos signos:
-Falta de
apetito.
-Dificultad
para respirar.
-Rigidez.
-Descenso o
aumento de la temperatura corporal.
-Erupción
cutánea inusual o cambio en la coloración cutánea.
-Irritabilidad
inusual.
Si el bebé
altera su comportamiento de manera repentina y acusada, también puede indicar
la presencia de una infección.
Estos signos son especialmente preocupantes si el bebé es menor de dos meses, por ello ante cualquier sospecha es conveniente ponerse en contacto con el pediatra.
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